La archiconocida familia de los cómics formada por Ben
Grimm, alias La Cosa, Reed Richards (Mr. Fantástico) su esposa Sue
(Mujer invisible) y el hermano pequeño de esta, Johnny Storm (La
Antorcha Humana), viven despreocupadamente en el Edificio Baxter
mientras combaten a supervillanos con aspiraciones de dominación mundial
y exploran dimensiones alternativas. Gracias a las patentes de los
ingenios ideados por Richards no necesitan de un trabajo con el que
buscarse la vida para sufragar los gastos de nimiedades como la
hipoteca, el alquiler o la compra diaria…hasta ahora.
Bajo esta inusual premisa, el guionista Roberto Aguirre-Sacasa
(EE.UU, 1973) y el dibujante Steve McNiven (Canadá, 1967) abordan en El lobo a las puertas
una temática desafortunadamente actual y poco explorada en la ficción
de los cómics. Vale que todos conocemos de las peripecias de Peter
Parker en el Daily Bugle para ganarse las pesetas, pero esa parece ser
una de las pocas excepciones que confirman la regla (también hay que
decir que ese “otro” periodista, Clark Kent, no cuenta. Un supertipo
capaz de apretar las moléculas de carbono del aire en la palma de su
mano hasta convertirlas en diamantes puros tiene el sustento diario más
que asegurado).
¿De qué viven entonces los superhéroes? Ya sabemos que los hay con
fortunas heredadas o amasadas con inventos propios, como las de Tony
Stak (Iron Man) o el propio Richards pero, ¿qué pasaría si perdieran
repentinamente sus fuentes de ingresos? Las consecuencias de semejante
planteamiento se hacen notar con todas sus consecuencias en esta saga de
los 4F, y aunque Johnny Storm ande ocupado con sus habituales enredos
sentimentales, lo cierto es que los protagonistas deben afrontar su
nuevo status quo para capear el temporal como buenamente puedan. Sue
Richards empieza a ejercer de profesora, y Ben Grim parece haber
encontrado un trabajo ideal en la construcción…hasta que sus compañeros
le recriminan que trabaja demasiado rápido y resta faena a los demás,
algo que repercute negativamente en las expectativas laborales de la
plantilla. Mr. Fantástico parece incapaz de adaptarse al cambio a peor, y
se sume en una depresión que lo incapacita para ejercer sus habituales
roles de líder del supergrupo, cabeza de familia, esposo y padre
amantísimo.
La accidentada llegada de Aguirre-Sacasa y McNiven a una de las
franquicias insignia de la compañía también tiene su miga. El exitoso
equipo creativo predecesor de la serie regular Fantastic Four,
formado por Mark Waid y el prematuramente desaparecido Mike Wieringo,
fue despedido en una polémica decisión tomada por un directivo de Marvel
Comics que a su vez fue defenestrado tras la airada reacción de los
fans a lo que consideraron una herejía en toda regla, consiguiendo así
que el dúo volviera a las páginas de la colección original. El problema
es que Marvel ya había contratado al nuevo equipo para sustituirlos, un
inconveniente que solucionó con mucha pericia otorgando a los recién
llegados la posibilidad de narrar sus propias aventuras bajo el sello Marvel Knights,
un apartado de la compañía que permite publicar historias de carácter
más adulto, aunque apartado de la línea editorial mas “extrema” que bajo
el nombre de MAX recoge las sangrientas andanzas de
personajes como El Castigador (The Punisher) o Elektra. Para
entendernos, se diría que la primera opción se calificaría con un rombo y
la segunda con dos (los entendidos en formatos televisivos setenteros y
ochenteros patrios sabrán a lo que me refiero), aunque siguiendo
siempre los descafeinados baremos norteamericanos, claro está.
La rocambolesca peripecia contractual desembocó en el feliz arco argumental inicial de cuatro partes El lobo a las puertas, cuyo último capítulo fue seleccionado para el tomo recopilatorio de lujo que bajo el revelador título de The Best of Fantastic Four recoge precisamente eso, las mejores historias jamás publicadas de los 4F, ahí es ná.
El escritor Aguirre-Sacasa, con su planteamiento innovador y
realista, y el dibujante McNiven con su visión más moderna y actual de
los protagonistas (podría decirse que su neumática versión de Sue
Richards es algo que…er, consiguió que los aficionados al género
mirásemos a una mujer casada de un modo distinto) lograron dar una
importante vuelta de tuerca a la que está justamente considerada como la
“primera familia” de los cómics.
Lluís Ferrer Ferrer
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