
Año 2020 de nuestra era.
Finalmente, tras décadas de obcecada negación a la evidencia, el planeta
sucumbe a un desastre de proporciones apocalípticas por culpa del
recalentamiento de marras. La práctica totalidad de las especies
desaparecen durante el próximo siglo, y la humanidad superviviente se ve
en la obligación se subsistir hacinada en refugios soterrados durante
los siguientes quinientos años, que se dice pronto. Mientras tanto,
arriba, en la superficie, los resurgidos dinosaurios (!?) han vuelto al
copar el primer lugar de la cadena alimenticia convirtiéndose en amos y
señores de la Tierra. En el siglo XXVII los humanos empiezan por fin
asomar de nuevo la cabeza, intentando recomponer entre tanto bicho suelto los despojos
de una civilización irremediablemente perdida, organizándose en grupos
tribales donde impera la ley del más fuerte. De entre todos ellos
destacan los conocedores de arcaicas y olvidadas habilidades como la
mecánica del automóvil en general (!!??) o el manejo de armas.
Tal es el caso de nuestro protagonista masculino, Jack Cadillac Terenc, habitante de la Ciudad del Mar (antigua Nueva York), que más allá del arquetipo de héroe duro de pelar regido por una suerte de férreo código personal basado en el honor, es un hombre instruido en la política y sensible
con el medio ambiente; una suerte de chamán, por así decirlo, que
interactúa directamente con una naturaleza a la que comprende y respeta.
Desde un principio parece que la voluptuosa científica racionalista
Hannah Dandee, de Wasson (anteriormente conocida como Washington)
también está predestinada a ocupar su lugar de damisela en apuros algo
corta de entendederas y habitual presa fácil de los ataques de pánico;
un sambenito del que consigue desmarcarse con su orgullosa personalidad,
su talento innato para seguir cualquier tipo de rastro y una hábil capacidad para la estrategia y la negociación,
características fundamentales en el peligroso mundo que les ha tocado
(sobre)vivir. Hannah y Jack son dos caras opuestas de la misma moneda,
dos polos opuestos el uno del otro…y ya se sabe que pasa con los polos
opuestos.

Mark Schultz (EE.UU, 1955) recrea en esta serie nacida originalmente en el cómic
Death Rattle
en 1986 un futuro postapocalíptico en la línea de ficción distópica tan
del agrado de servidor de ustedes. El éxito inmediato de su propuesta
hizo que pasara a tener su propia serie regular iniciada en febrero del
87, una saga que se alargó por los siglos de los siglos en el tiempo,
pero que solo dio lugar a catorce números editados, llegando a
publicarse historias dibujadas por otros autores debido a la exasperante
lentitud del trabajo gráfico de Schultz (desventajas su proverbial perfeccionismo extremo)
quien también se encargaría de los guiones de la colección. En su arte
pueden reconocerse fácilmente las influencias de los grandes maestros
del cómic norteamericano de los años 50, los mismos de los que hablamos
en esta misma sección hace un par de semanas en el artículo dedicado a
la editorial E.C. Frazzetta, Wood, o Davis se hacen presentes en los
trazos del autor, quien desarrolla su ritmo gráfico siguiendo los
cánones del maestro Eisner, y por momentos el lector se siente traslado
en una suerte de máquina del tiempo a creaciones vintage como
The Spirit o las inquietantes tramas de
Crime SuspenStories.
Pero el mérito de Schultz no radica en la simple imitación de los
clásicos, ni mucho menos (en todo caso, eso sería un desmérito). Sin
renunciar a ellos, destila su delicioso estilo propio a lo largo de los
años, y la mejor y más tangible prueba de la espectacular evolución de
su arte la encontramos precisamente en
Xenozoic Tales
(ventajas de su proverbial perfeccionismo extremo, ya ves tú, que algo
debería tener de bueno) Y si ya de paso se te da bien dibujar coches y
dinosaurios, aunque solo sea como aderezo ornamental, ya que su
protagonismo en el tebeo tampoco va mucho más allá, pues oye, mejor que
mejor. Además, el puntillismo del autor a la hora de documentarse con
las más recientes investigaciones en la materia consigue que sus
dinosaurios sean anatómicamente perfectos; lo mismo para los vehículos a
motor. El autor no deja margen a la improvisación ni al descuido, y
resulta imposible pillarle en algún renuncio.

El género de esta historia de aventuras es una hábil mezcla de
ciencia ficción postapocalíptica y western moderno aderezado con unas
ligerísimas pinceladas del ingenuo terror de los 50 y erotismo
pin up. Del trabajo de Schultz se desprende un explícito mensaje ecologista que caló hondo
entre los seguidores de esta multipremiada serie de culto, que si bien
en un principio inició su andadura como
Xenozoic Tales, en las posteriores reediciones a cargo de Marvel y Kitchen Sink a partir de 1989 ya adoptó el reconocido nombre de
Cadillacs and Dinosaurs,
acertado título con el que también se lanzó al mercado un juego de rol,
un set de figuras de acción, una colección de cromos, un videojuego, un
juego de arcade, una serie de televisión propia e incluso barritas de
caramelo (!)
La primigenia edición española a cargo de Ediciones Zinco y del magazine
Zona 84
fue reorganizada por Planeta-DeAgostini con la publicación entre 1999 y
2001 de una serie limitada de 15 tebeos en grapa a blanco y negro con
todo el trabajo de Schultz. Una magnífica oportunidad para disfrutar del trabajo de uno
de los dibujantes más metódicos del cómic. Excelencia en estado puro,
palabra de tiranosaurio rex.
Lluís Ferrer Ferrer
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