Este aclamado arco argumental de seis
partes con Kraven el cazador, en su papel de protagonista absoluto,
aconteció poco después de la boda entre M.J Watson y Peter Parker (esa
misma boda que los iluminados que perpetraron Un día más
se pasaron por el forro de los coj*nes finiquitando alegremente dos
décadas de coherencia y continuidad argumental del trepamuros) y fue
publicada originalmente en las tres colecciones arácnidas USA del
momento, a saber: Amazing Spider-man, Web of Spider-man y Peter Parker is Spider-man. En España se optó, con buen criterio, lanzarla al mercado en grapa y englobada en la colección Marvel Héroes (nums. del 21 al 26).
En el apartado gráfico destaca el
espléndido dibujo de Mike Zeck (EE.UU, 1949), que aun sin salirse un
ápice de los cánones preestablecidos por Marvel Comics, se atreve
valientemente a retratar prejincamientos poco velados, desnudos
masculinos varios y suicidios expeditivos, resultando conceptual y
cualitativamente muy adelantado para su época. La magnífica historia
urdida por el guionista J.M. DeMatteis (EE.UU, 1953) utiliza como
condimento principal e hilo conductor de la trama una cualidad
desafortunadamente poco común y menos valorada aun en nuestros días: el
honor.
Sergei Kravinov nació en el seno de
una influyente familia de la aristocracia rusa, pero sus padres se
vieron obligados a exiliarse al Reino Unido tras la revolución
bolchevique. Cuando sus recursos económicos empezaron a desfallecer, su
madre se sumió en una profunda depresión que la abocó al suicidio. Poco
después, su padre se casaría con una ex sirvienta a la que había dejado
embarazada de Dimitri, quien con los años también se convertiría en el
Camaleón, otro villano recurrente de Spiderman. Sergei acusó a su padre
de traicionar la memoria de su madre apenas un año después de suicidarse
y huyó asqueado de la situación.
Tras vagar por varios continentes
finalmente recala en África, donde encuentra trabajo en un safari y
descubre su talento natural para la caza. Con los años su fama se
extiende a nivel mundial, la prensa le rebautiza con el nombre de Kraven
y, ayudado de diversas pócimas naturales que mejoran su rendimiento,
consigue capturar todo tipo de animales al mismo tiempo que crece su
exasperación, ya que cada vez quedan menos presas que estén a la altura
de sus habilidades. Es entonces cuando fija su punto de mira en un nuevo
objetivo, el hombre araña; pero el cazador parece haber mordido más de
lo que puede masticar, y sus derrotas a manos de Spiderman se suceden
una tras otra ya sea en solitario, en pareja junto a su hermano pequeño,
El Camaleón, o incluso afiliado a Los Seis Siniestros con quien
compartía alineación titular junto a Electro, El Buitre, el Doctor
Octopus, Misterio y El Hombre de Arena.
Aun a pesar de aparentar un apogeo
físico pleno gracias a sus pociones lo cierto es que Kraven cuenta ya
con setenta años, y sintiéndose próximo al declive definitivo urde un
plan maestro (esta vez sí) para recuperar el honor perdido derrotando
sin paliativos y de una vez por todas a su némesis más íntima y
personal. El cazador se da cuenta de que para derrotar a la araña debe
convertirse en la araña misma, enterrándose, ahogándose y comulgando de
ella si es necesario. Una vez interiorizado y comprendido el concepto,
Kraven sale de caza por última vez, y por última vez se encara con
Spiderman, pero con una diferencia notable respecto a cualquier
enfrentamiento anterior entre ambos antagonistas, e incluso si me
apuráis, a cualquier enfrentamiento clásico entre un superhéroe
cualquiera y su correspondiente villano de guardia.
Esta vez no se subestimará al
justiciero enfundado en mallas ni habrá discursos rimbombantes del malo
que den tiempo al bueno para urdir una estratagema. Kraven captura a
Spiderman en una red y le pega un tiro entre ceja y ceja. Así de limpio y
así de sencillo, sin grandes maquinaciones paranoicas ni delirios de
grandeza en pos de la dominación mundial. El cazador dando caza a su
presa, punto.
Pero los planes del otrora exiliado
ruso, obsesionado aun con el suicidio de su madre, no acaban aquí. Para
mayor escarnio del hombre araña le entierra bajo una lápida con el
epitafio: “Aquí yace Spiderman. Asesinado por el Cazador”, y no contento con ello se apropia su uniforme, por aquella época el traje negro adquirido en las Secret Wars,
suplantando su identidad y dedicándose a combatir el crimen con métodos
mucho más contundentes que los de Parker, llevándose a más de un
criminal con los pies por delante en el proceso. La propia Mary Jane es
rescatada de un apuro por Kraven enfundado en las mallas de su marido,
pero ella se da cuenta de inmediato de que ese ser ladino y cruel no es
Peter. La nueva versión arácnida también captura en solitario y mantiene
en cautividad a la Alimaña, un engendro caníbal al que el trepamuros
original solo pudo derrotar en su día y a duras penas con la ayuda del
Capitán América.
Pero lo mejor de todo aun está por
llegar porque, ¿qué mérito tiene dar caza a Spiderman y reemplazarlo si
este no llegará a saberlo? Dos semanas después de su derrota, Peter
Parker retorna del estado cataléptico imbuido por el dardo envenenado,
pero no letal, que le disparara Kraven entre los ojos en su último
encuentro. Haciendo un esfuerzo sobrehumano consigue escapar de la tumba
donde le han enterrado vivo, y tras reencontrarse con M.J, enfila
derechito hacia la morada de Kraven para saldar cuentas con el animal
que le ha robado dos semanas de su vida. El cazador le estaba esperando y
le recibe tranquilo, sin dar réplica a los golpes de un furibundo
Spiderman. El motivo es sencillo: por mucho que le golpee, Kravinov y el
propio Peter saben que la victoria del villano es incontestable. Le dio
caza, lo “mató”, le enterró vivo y después de eso ocupó su lugar.
Podría haber acabado con él, pero no lo hizo solo porque quería que lo
supiera…un discurso demoledor.
Y aunque cueste creerlo, la humillación
no ha llegado todavía a su fin. Kraven azuza a su prisionero cautivo
contra un confundido y aun debilitado hombre araña, y es el propio
cazador quien debe rescatarle en el último momento de las garras de la
Alimaña, salvándole la vida y demostrando así su definitiva superioridad
sobre un Spiderman al que no le queda otro remedio que salir en pos del
monstruoso caníbal antes de que consiga escapar, no sin antes jurar y
perjurar que regresará sobre sus pasos para tomarse cumplida revancha
del cazador. Pero no llegará a tiempo.
Con su honor y orgullo recuperados, un
Sergei Kravinov tranquilo y en paz consigo mismo celebra su propio
ritual de muerte suicidándose de forma expeditiva, al igual que hiciera
su madre casi setenta años atrás, pegándose un tiro en la boca con su
propio fusil.
La gran broma final acontece cuando la
prensa publica con pelos y señales la victoria de Kraven sobre su rival
mas directo. Antes de su muerte, el cazador envió al Daily Bugle la
confesión por escrito de su fechoría acompañada de todo tipo de
reveladoras fotografías del entierro de Spiderman ya que, como he
comentado más arriba ¿de qué sirve capturar a la presa más codiciada si
nadie va a saber de ello? Todo el mundo sabe que la intención única y
última de cualquier cazador es la de jactarse mientras se recrea de sus
fechorías.
Este es el relato de la última cacería de Kraven, en cuya lápida reza la leyenda: “Aquí yace Sergei Kravinov. Murió con honor”. Creo que estaremos todos de acuerdo en ello.
Lluís Ferrer Ferrer
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