El cierre de la misma en
1986 supuso también el final de Anacleto, tanto de la obra ideada por su
creador como la firmada por autores apócrifos que se hicieron cargo del
personaje durante los, digamos que…periodos de esparcimiento del padre
de la criatura. Vázquez dibujaría por última vez al personaje en el
número 5 del fanzine erótico granadino Espuma
fechado en 1995 en una historia a todas luces pornográfica y cuanto
menos curiosa, ya que son las mismísimas hermanas Gilda las que le
acompañan en un más que irreverente menage à trois.
Aun a pesar del largo periodo de hibernación, la influyente creación del maestro Vázquez se deja notar incluso en nuestros días, y el pasado mes de mayo se anunció el inicio del rodaje de su propia película en marzo de 2014. El film que adaptaría las desternillantes desventuras del personaje sería dirigido por Javier Ruiz Caldera y contaría con Quim Gutiérrez como Anacleto.
Pero esta semana no estamos tan solo ante una mera creación para un tebeo, ya que la vertiginosa vida, obra y milagros del propio Vázquez superan en mucho a cualquiera de sus creaciones. Tanto es así que la biografía del autor ya contó con su propio biopic cinematográfico, El Gran Vázquez, dirigido en 2010 por Óscar Aibar y con Santiago Segura en su papel protagonista, algo completamente inusual tanto en este país como en cualquier otro con más cultura de cómic acumulada. Y es que la ajetreada vida del genial historietista da para eso y mucho más.
La arrolladora personalidad de Vázquez, situado ideológicamente en el anarquismo, vividor y carente de autodisciplina alguna, fue la que le impidió alcanzar el reconocimiento popular y llegar a ser el más grande entre los grandes, viéndose obligado a padecer prolongados periodos de carestía económica que solventaba a base de meter sablazos (pedir prestado a alguien sin intención de devolverle un duro) a cualquiera que se le pusiera a tiro. De hecho, la película retrata a la perfección el contraste entre Vázquez y el ordenado y trabajador Francisco Ibáñez, quién a la pregunta de por qué el director no se había decantado por hacerle a él protagonista de la historia contestó que nadie pagaría por ver una película con un tipo sentado ante una mesa de dibujo durante 60 años. Vázquez se las daba de embaucador y moroso recalcitrante que vivía de hotel en hotel sin hacerse cargo de gasto alguno y que adquiría sus posesiones a plazo sin pagar ni una sola letra por ellas, (¿recordáis al moroso del ático del 13 Rue del Percebe? Pues bien, cuenta la leyenda que el personaje lo creó el propio Vázquez basándose en si mismo, aunque después fuera desarrollado por su compañero Ibáñez, quien siempre le reconociera como el más grande de su época).
Aficionado a las meretrices, también declaró haberse casado con siete mujeres y haber sido juzgado y encarcelado por bigamia y problemas con Hacienda hasta un total de tres veces, una afirmación susceptible de ser cogida con pinzas, ya que entre sus otras virtudes se contaba la de ser un mentiroso de aúpa, aunque sí es cierto que un día salió a por tabaco para no intentar regresar con su primera esposa hasta tres décadas más tarde y que resultó ser padre biológico de once hijos reconocidos con distintas mujeres. Uno de los timos antológicos a la compañía a la que solía entregar sus encargos fuera de plazo fue cuando dibujó únicamente la portada y la viñeta del margen superior derecho de un enorme taco de papel en blanco para que una vez contabilizado el número total de páginas desde esa misma esquina la editorial le pagara una deuda que tenía contraída con él. Bruguera llegó a denunciarle por robo y falsificación de recibos. Pero El Gran Vázquez, poseedor de una calle granadina con su nombre (al igual que su creación Anacleto, agente secreto, localizada en Rivas-Vaciamadrid) aun no había cometido su fechoría más genial. Según se afirma antes de los créditos finales de la película, pocos días antes de su fallecimiento a la decepcionante edad de 65 años fingió su propio suicidio, consiguiendo así un adelanto de su último editor a cuenta de las ventas realizadas después de muerto, siendo el único junto a Fiodor Dostoievsky en conseguir algo parecido. Genio y figura hasta la sepultura, nunca mejor dicho.
Lluís Ferrer Ferrer
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