LO HA VUELTO A HACER
Y es que a pesar del indudable riesgo editorial que comporta una publicación de este tipo, Pasa Página es una de esas buenas y sencillas ideas que se caen ante el propio peso de su obviedad. Lo primero que se le ocurre a alguien con un mínimo de experiencia literaria es “¡joder! ¿pero cómo no se me ocurrió a mi antes?”
La audaz propuesta de la autora ibicenca se conjuga a las mil maravillas con el arte escueto y minimalista de Adrià Fruitós (Le Monde, Daily Telegraph, El Periódico, Corriere della Sera…) todo un peso pesado de la ilustración a nivel interplanetario que aporta un trabajo que cede toda responsabilidad al auténtico protagonista de Pasa Página, y que no es otro que el lector/a. Y es que ambas facetas, la visual y la literaria, perfectamente compenetradas en un trabajo en equipo donde ninguna de sus vertientes pretende destacar por encima de la otra, están enfocadas a un objetivo, e incluso me atrevería a aventurar que a un sector del público en concreto: todos aquell@s que en alguna ocasión han padecido en sus carnes un desengaño amoroso con su consabida y dolorosa ruptura de por medio, es decir, la práctica totalidad del mundo mundial.
Y digo la práctica totalidad porque, por difícil que parezca, resultaría incongruente afirmar que estamos ante una totalidad absoluta. El propio caso del inconciente que suscribe estas líneas es, al menos de momento y hasta que se demuestre lo contrario, una de esas raras avis que a día de hoy aun no ha padecido de las punzadas del corazón ultrajado, uno de esos anodinos tiramisús sin dos cucharillas que ya describiera la propia autora en uno de sus alabados trabajos anteriores, Tu corazón en un cofre.
Llegados a este punto y ante tal sorprendente revelación vosotros os preguntaréis, entonces ¿en calidad de qué exactamente se atreve el autor de la nota a reseñar este cuaderno de actividades para recientes damnificados por rupturas amorosas si el suyo no es el caso que nos ocupa ni tiene ninguna experiencia al respecto?
Os lo explico. En su época siempre fui un buen estudiante, y de tanto que me gustaba aprender y saciar mi ansiedad de conocimiento, acudía voluntariamente y sin estar sometido a ningún tipo de coacción (anodino y repelente hasta para eso, fíjate tú) a las clases de repaso de verano a las que asistían mis desafortunados compañeros repetidores. Compañeros por los que sentía en algunos casos auténtica fascinación estética por sus pintas de indomables rebeldes sin causa. De ahí mi interés por ellos y por una de sus herramientas básicas de estudio y tortura, los cuadernillos de Vacaciones Santillana que, en mi afán ilustrado, devoraba y completaba junto a los añejos cuadernos Rubio destinados a la mejora de la caligrafía, las matemáticas…porque a fin de cuentas, eso es exactamente Pasa Página, un cuadernillo de actividades de verano para discípulos que tienen la resolución de sus devaneos amorosos pendientes de los exámenes de septiembre.
Un cuadernillo que se lee y se completa con autentica fruición…siempre que seas un alumn@ repetidor, claro está; pero también en mi caso en concreto, ya que si bien es cierto que no puedo completarlo, nunca está de más tenerlo a mano, atornillado a una pared y dentro en una caja de cristal con un llamativo cartel encima que ponga ROMPER EN CASO DE EMERGENCIA. Claro que es mejor que no llegue ese fatídico día, pero oye, nunca se sabe cuando puedes necesitar de estas cosas ni cuando te va a quedar alguna asignatura pendiente.
En todo caso, Rebecca y Adrià no cierran la puerta a la esperanza, y en una de sus más lúcidas y lucidas viñetas nos proponen escribir el nombre de todos y cada uno de nuestros (vuestros) ex en una serie de lápidas destinadas a tal efecto. Si al finalizar el ejercicio aun os queda alguna en blanco es porque aun tenéis margen de maniobra, no preocuparse por nada…
Lluís Ferrer Ferrer ®
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